domingo, 23 de agosto de 2015

Daniel Mella. Derretimiento. Lima: Santuario, 2015. 103 pp.





Daniel Mella. Derretimiento. Lima: Santuario, 2015. 103 pp.

            Daniel Mella (Montevideo, 1976) es autor de Derretimiento, novela de culto estructurada en tres movimientos. La primera idea que tiene el lector es que se enfrenta a un autor con notables influencias de Franz Kafka, con su estado de excepción y metamorfosis; los films de David Cronenberg que inciden en la corporalidad del cuerpo como algo matérico, a la vez que supone la oscilación dentro/fuera; y el horror de La zona muerta de Stephen King. A diferencia de los autores antes mencionados, Mella prefiere el registro realista para narrar una historia de horror.

            El primer movimiento abarca la infancia del protagonista sumergido en un estado de parálisis e inutilidad, aislado del entorno familiar por no encajar dentro, debido a su a-normalidad. En ese entorno familiar está inscrito el amor-odio del personaje central, así como la idea del suicidio. Cuando recobra el control de su cuerpo la experiencia traumática de la violencia quedará marcada en él.

            A partir de la página 32 el mismo personaje es ya adulto, han transcurrido treinta años después de los eventos iniciales. El acontecimiento principal es el asesinato de toda una familia por parte del personaje central, como un modo de exorcizar sus traumas iniciales, aunque en realidad ni siquiera eso: no hay motivación para el “mal”.

            El último movimiento ocurre luego del crimen, a partir de la página 64, en la que una nueva elipsis presenta al personaje ya viejo, en el que él es solo una parodia del serial-killer adulto, con ecos a La masacre de Texas de Tobe Hooper, con una escena de persecución imaginada por Tarantino. En este se revela la descomposición del cuerpo. Las últimas imágenes son las de un sujeto que se sumerge en la nada y el vacío, que se derrite: “Mi piel adquiere brillo, como si hubiera chupado litros de aceite y los poros de abren y se hacen grandes agujeros, como cráteres donde nunca hubo vida, hasta que ya no parecen míos y comienzan a tragarse a la piel, o la piel empieza a derretirse dentro de esos pozos magnéticos” (103).

            Hay un paso natural de estos tres movimientos, de la infancia a la adultez, y de esta a la vejez. Desde el punto de la estructura moral, el autor recoge la noción de la maldad humana como gratuita, así como sentimientos “negativos”, que solo afirman el sinsentido de la vida comunitaria, de la sociedad, o del universo. La novela deja un malestar por cuanto no hay motivación para los crímenes, no por ello esta deja de ser verosímil, excepto en el momento delirante de la muerte de la vecina en la última parte.

            Como en las historias de Lovecraft hay ecos cosmológicos sobre la existencia humana en el planeta. La muerte del personaje no da certezas de haberse controlado el mal o eliminado, pues este no recibe sanción alguna. La vida se trata más bien de un proceso biológico. Por ello, es posible pensar que lo que denominamos como “mal” retorne en otras formas humanas o en clave fantástica, monstruosas.

 

Elton Honores

Universidad Nacional Mayor de San Marcos

miércoles, 5 de agosto de 2015

Harry Belevan. Escuchando tras la puerta. Lima: Animal de iniverno, 2015. 183 pp.




Harry Belevan. Escuchando tras la puerta. Lima: Animal de iniverno, 2015. 183 pp.

            Quisiera empezar agradeciendo la invitación de Lucho Zúñiga para presentar esta tarde histórica, luego de cuarenta años de espera, Escuchando tras la puerta de mi amigo y maestro Harry Belevan. El mago Lucho Zúñiga y Animal de Invierno han llevado a buen puerto la edición de este excelente libro de relatos fantásticos que es ya un clásico contemporáneo. Celebro también estar acompañado de otro amigo entrañable como lo es José Güich. Me he entusiasmado mucho con estas relecturas y he escrito un texto bastante largo, que he recortado significativamente para esta presentación*.

Que Beatriz de Moura, editora de Tusquets, incluyera en el número 59 de su colección “cuadernos ínfimos” a Escuchando tras la puerta de Harry Belevan supuso integrarlo dentro de las características de la serie: vanguardismo, texto refractario que se opone a las tendencias literarias vigentes (incluso el propio “boom”) y ser parte de la nueva narrativa latinoamericana. El tiraje fue de 2 000 ejemplares.

Solo uno de los cuentos “Vindicación de los diccionarios” había sido publicado un año antes en Palabra de escándalo, antología de Julio Ortega; colección “Textos en el Aire”, en Tusquets, en la Barcelona de 1974. Como señala Ortega (2012): “La historia de Tusquets también me pertenece, como lector puntual, y hasta como contribuidor ocasional”. Fueron entonces Vargas Llosa y Ortega son los que apoyaron la publicación en la editorial barcelonesa. Algunos otros fueron leídos previamente por escritores como Julio Cortázar, Alfredo Bryce Echenique, Julio Ramón Ribeyro, Augusto Tamayo Vargas, Carlos Barral y José Donoso (BELEVAN 2015). Es decir, Belevan se inicia formalmente como autor en 1975, pero estos cuentos fueron escritos entre 1968 y 1975. Si tenemos en cuenta que en 1969 se publica La nueva novela hispanoamericana de Carlos Fuentes y solo en 1972, Historia personal del boom de Donoso, es lícito situar a Belevan dentro de este fenómeno, y en particular, del posboom latinoamericano.

El libro tuvo algunos problemas, tanto a nivel físico (dificultad de conseguir ejemplares en Lima) como de contenido (por sus rasgos posmodernos). En los años 70s se vivía una dictadura militar en el Perú, y había serias dificultades para la importación de libros; por otro lado, cierto sector de la crítica local–salvo excepciones notables- no sintieron empatía o no comprendieron el proyecto de Harry, que se adelantaba a su tiempo y anunciaba algo nuevo.

El paradigma de Escuchando tras la puerta es posmoderno. Belevan niega el proyecto de la “novela total” y opone su revés: la fragmentación. Se opone al registro realista mimético verosímil decimonónico mediante el registro de expresión fantástica; al lenguaje como transmisor de la realidad opone un lenguaje que construye otra realidad (la llamada tercera realidad del prólogo vargasllosiano). A ello se suma el humor, la parodia, la presencia de lo que hoy se conoce como lo metarreal y la fantasía. E incluso puede entenderse como su proyecto como una versión culta de lo que se denomina fanfiction. La idea de escritores que reescriben, aumentan, corrigen o continúan la historia de otros es tan antigua (para citar: solo El Quijote de Avellaneda) que se prolonga hasta el siglo XX, con quizás la más grande mitología creada: Los mitos de Cthulhu de H. P. Lovecraft, por su círculo de amistades. Belevan propone una escritura global, una escritura en la cual ya no son necesarios los referentes inmediatos porque estos son “universales” (palabra que sé, detesta). Y si es “universal” quizás por lógica sea también popular. Entonces las reescrituras de Belevan apuntan a una masa ideal que conozcan a Borges y compañía. Parafraseando al maestro Juan Rivera Saavedra: que el lector no conozca a Borges no es un problema que deba resolver el escritor, sino el Estado mediante mejores programas culturales. Entonces, en potencia, la obra de Belevan no necesariamente se dirige a los iniciados o a una élite sino a todos los lectores.

Propongo hacer un ejercicio imaginario: al reescribir yo “La otra cara de la moneda” de Harry (cuento que como recordarán continúa la narración de La metamorfosis de Kafka) y plantear una continuación de la historia de Belevan –si esto es posible-, ya no aludo tanto a Kafka sino más bien al propio Belevan; entonces podemos concluir que Belevan sí es un autor con un estilo aunque suene paradójico, su estilo consiste en no tener estilo o tener el de todos, porque todos los escritores son Harry Belevan y a la vez Harry Belevan es todos los escritores. Belevan se burla del estilo como algo que singulariza a un autor, porque todo estilo es artificial, falso, impostado.

            Insisto en que la clave de Belevan está en el estilo que él entiende como un artificio, por lo tanto, un escritor puede ser a la vez todos los escritores. Este ejercicio ya lo hizo otro marginado de la narrativa peruana, José B. Adolph en una serie de textos paródicos publicados en la prensa limeña en los años 70s, en el que imita el estilo de otros autores en clave paródica. Su obra está pues “contaminada” de otros libros, de otras referencias, lo cual se convierte en su propio estilo. La preocupación de Belevan es tanto por las forma literaria (el estilo “contaminado”), como la literatura entendida como algo que añade un saber a la realidad real (o primera) da cuenta de una orientación social (no escapista, ni extranjerizante como se desliza en el prólogo) y sobre todo humanista.

            Escuchar tras la puerta, además de ser una mala costumbre supone una distorsión del mensaje oído lo que supone volver a contar el mensaje con otras palabras. Esto es parte de la poética de Belevan: distorsionar las historias, volver a contarlas, hacerlas suyas, porque son historias universales de la infamia, como la traición en “Las opciones de Judas”, los amores imposibles en “La posibilidad de los milagros” o incluso la identidad en varios otros, que si bien no es un problema para Harry, que como dijimos es un cosmopolita desde que nació, quizás si lo sea para muchos otros.

Traigo al presente a Harry que en 2007 prometió el libro Ficciones y otras mentiras (obra narrativa completa) a una editorial universitaria, y que esperamos que no sea otra “mentira” más del autor y que más bien se concrete algún día, ya sea en aquella o en otra editorial, además como anteriormente hizo la promesa de publicar otras novelas, como las aún inéditas: Cuando nieve en Lima o Los amantes de la ventana (novela erótica), que tanta falta hace a los lectores posmodernos e –intuyo- de erotismo elegante y cosmopolita o los Cuentos malhonestos de los años 70s.

Harry tiene aún mucho que ofrecer a sus lectores. Nos sumerge en sus fantasías, que son reflejos, movimientos circulares de una piedra en el agua que terminan por diluirse en lo real (a estas alturas de mi presentación dudo de si Harry es real y no un reflejo de otro Harry que escribe en Teremetere o un holograma de un Harry de CF allá en el futuro desde donde escribe, pues como saben su novela La piedra en el agua era inclasificable para 1977 y solo varios años después se creó una teoría que dio cuenta de estas propuestas narrativas de vanguardia). Leer a Harry es entrar en otra dimensión, en un juego de espejos. Como señala Lucho Zuñiga, Harry, crea “[…] su propio juego metaliterario, se aleja de un patrón y se identifica con una desconfianza radical en el aparato de la realidad”. La realidad no existe, la realidad es una construcción, la realidad es una ilusión y las ficciones se vuelven reales, como este libro, como en esta tarde. El propio Harry se encarga de darnos una anécdota sacada casi de su propio universo, pero real, cito: “una vez en una librería de Miraflores, vi un libro mío ubicado en la sección de autores extranjeros” (BELEVAN 1998: 87). Ese fue uno de los instantes en los que Harry dejó de ser él mismo para ser otro y verse a sí mismo en una dislocación infinita. Hoy Animal de Invierno corrige se error, esa omisión histórica y por ello la reedición de Escuchando tras la puerta es el acontecimiento más importante de este año para la literatura fantástica peruana: el cuentista más joven del Perú, que presenta hoy, luego de cuarenta años, su primer y extraordinario libro de cuentos.

 

* Texto leído en la presentación del libro Escuchando tras la puerta, el sábado 1 de agosto en la FIL.

 

Elton Honores

Universidad Nacional Mayor de San Marcos