martes, 25 de noviembre de 2014

La civilización del horror. El relato de terror en el Perú por Harry Belevan




El miedo en la literatura peruana: a propósito de La civilización del horror – El relato de terror en el Perú.

 

Harry Belevan

de la Academia Peruana de la Lengua

 

 

            En el prólogo a mi libro Teoría de lo fantástico afirmaba lo siguiente: “Voy a la crítica motivado únicamente por un prurito de explicarme las causas de todo aquello de lo que solamente conozco los efectos. Así, la insatisfacción que viene produciéndome, desde hace varios años, el incompleto análisis de la llamada literatura fantástica, y el desprecio con que, sobre todo en el indescifrable universo latinoamericano… se mira esta suerte de ‘subliteratura europeizante’… han sido y siguen siendo mi mayor incentivo…” 

 

            Traigo a colación estas palabras mías porque, al terminar de leer La civilización del horror, tuve la clara sospecha de que Elton Honores había escrito este último libro suyo –si es que se trata del último puesto que puede habérseme pasado inadvertido alguno más reciente, considerando que este autor cuenta con una numerosa producción que ya lo distingue como uno de los estudiosos de nuestra literatura con mayores credenciales --, llevado por un descontento similar al que yo tuve hace casi 40 años, al no hallar bibliografía que satisficiera nuestra solícita curiosidad, en mi caso sobre el fenómeno de lo fantástico y en el caso de Honores sobre el terror en el Perú. 

 

Pero es esa curiosidad compartida en donde acaban las analogías, porque mi búsqueda apuntaba al descubrimiento de la esencia filosófica o episteme de lo fantástico como diacronía metodológica, mientras que Honores procura ahora con este texto suyo, no tanto un paradigma teórico del terror sino una exploración del miedo en el Perú en su manifestación literaria, a fin de establecer una cronología a la vez que un mapeo del horror en el imaginario nacional. Si estas han sido sus metas pues el logro es rotundo, porque el suyo es el estudio crítico más completo escrito hasta hoy en el Perú sobre la dinámica del terror en nuestra literatura.

 

Acaso por haberse tratado en su origen de una tesis universitaria, este libro refleja esa rigurosidad propia a toda disertación académica. Pero el mérito mayor se encuentra, tal vez, en la soltura con que el autor expone sus descubrimientos, alejándose de todo acartonamiento academicista emperifollado en un lenguaje tribal iniciático, para dar plena acogida a ese lector común que no sabe, ni tiene por qué saber, de teoría literaria o sofisterías retóricas.

 

La civilización del horror es un viaje por un territorio que hasta hoy permanecía prácticamente inexplorado en nuestro medio. Se realiza siguiendo tres senderos que se convierten en fundacionales para los estudios literarios en el país: por un lado, el camino que nos conduce a descubrir los genes mismos de la literatura peruana de terror que, según el autor, se origina en los inicios de la Colonia –siglo XVI—, si bien sus raíces están soterradas en mitos, tradiciones y leyendas prehispánicas; por otro lado, está el esfuerzo por antologizar a los principales autores peruanos que incursionan, en el pasado y en la actualidad, en el miedo como materia prima de sus narraciones. Hay una tercera vertebra que analizaremos seguidamente, antes de volver sobre los dos primeros ejes medulares del libro. 

 

Elton Honores, como queda dicho, ha trazado en este libro la historia del terror manifestado en la ficción literaria, además de haber registrado y analizado en profundidad un verdadero muestrario de autores peruanos. Lo que no encontramos, sin embargo, es una tercera faceta que esperaríamos hallar en semejante estudio, y que consistiría en la postulación de alguna teoría suya del terror y del horror literarios en la que se sustentaría el aparato crítico desplegado; ¿Por qué, entonces, no la hallamos? La respuesta es simple: Honores no ha sentido la necesidad de explicarse para sí --a fin de estar en mejores condiciones de explicarlo a sus lectores-- los elementos constitutivos de la expresión del terror en nuestra tradición literaria. Pero los ha omitido no por falta de curiosidad sino, sencillamente, porque los consabidos cánones y preceptos clásicos del terror literario le son suficientes para la tarea emprendida: catalogar y analizar el relato del terror en el Perú, tal como lo señala el subtítulo de la obra, basándose en los conceptos críticos más reconocidos universalmente. Lejos, entonces, de teorizar sobre lo terrorífico en la literatura, el autor se adentra de lleno, primero en la historia de esa suerte de ramal de la literatura de expresión fantástica que es el terror sirviéndose, incluso, de la tradición cinematográfica como fuente adicional de análisis para, posteriormente, trazar la historia de esta expresión en la literatura nacional. El resultado es refrescante por novedoso y harto ilustrativo de ese universo evasivo compuesto por las diversas caretas del terror: la ciencia ficción futurista, el monstruo, el vampiro, el hombre-lobo, el asesino en serie, los aparecidos, los fantasmas y los zombis  o muertos vivientes, y tantos otros componentes y protagonistas del miedo que el horror, subcategoría del terror, infunde en todo individuo como perturbación cerval que, al volverse incontrolable, anula todo racionamiento impulsándonos a los extremos del recelo atávico y la aprensión deshumanizada. Decía que Elton Honores se satisface con las principales teorías sobre el terror en la literatura para no tener que discurrir por el ámbito de las hipótesis abstractas, siendo las que más lo han inspirado en lo atinente, específicamente, a la teorización del terror las expuestas por Howard Phillips Lovecraft.       

 

Lovecraft fue un autor que, a partir de la segunda mitad del siglo pasado, marcó un tipo de literatura a escala universal que él denominó “literatura del miedo cósmico”, clasificación que elaboró bajo la influencia de Edgar Allan Poe y, en particular, de Julio Verne. Lovecraft fue autor de numerosos cuentos de terror entre los cuales recordamos ciertos títulos memorables como “El forastero”, “Las ratas en las paredes”, “El llamado de Cthulhu”, “En las montañas de la locura” y tantos otros de semejante impacto emocional. Pero, en lo que fue más prolífico este gran narrador no fue en cuentos sino en sus cartas, cerca de cien mil que escribió a lo largo de una vida de apenas 46 años. Esto en sí constituye una contradicción que ilustra perfectamente el ser conflictivo que fue Lovecraft: un escritor que mantuvo correspondencia con un sinnúmero de personas y que, sin embargo, fue siempre un individuo marginal debido, según sus biógrafos, a una extrema timidez que lo inhibía ante cualquier contacto humano, aunque bien pudo tratarse también de un mimetismo anímico con el tipo de literatura que cultivó durante su corta existencia.   

 

Cuentista y poeta, Lovecraft fue también un agudo crítico y estudioso de la literatura y es, justamente, el ensayo suyo que más ha perdurado en el tiempo el que se ha convertido en la teorización clásica de la ficción de terror. Me refiero al libro intitulado en español El horror en la literatura, traducción incorrecta, sin embargo, de lo que debió llamarse Horror sobrenatural en literatura, ya que el nombre del libro en nuestro idioma desestima la palabra sobrenatural, vocablo clave para mejor entender la teoría de Lovecraft, como bien lo reconoce el propio Honores al recordar que, según Roger Caillois, “…el terror debe derivar únicamente de una intención sobrenatural, y la intervención de lo sobrenatural debe culminar en un efecto de terror” (p.17). Este ensayo fue la teorización más lograda de Lovecraft sobre la literatura de terror pues se trató de un ensayo que, publicado por primera vez en 1927, estuvo puliéndolo y afinándolo hasta el final de su vida.

 

En este escrito encontramos los conceptos claves de lo que el gran escritor norteamericano entendió y practicó como literatura del miedo, que tantos seguidores ha tenido y sigue teniendo, y no sólo entre escritores sino también en el cine y en las artes plásticas, y hasta en ese género de expresión a la vez gráfica y verbal conocido como cómics o historietas. Las ideas centrales de las teorías de Lovecraft sobre el horror sobrenatural en la literatura son las siguientes:

 

-La más antigua y la más fuerte emoción del ser humano es el temor, y el temor más antiguo y fuerte es el temor a lo desconocido.

-Nadie debe sospechar de la existencia de una literatura del terror cósmico. Siempre existió y siempre existirá.

-Este tipo de literatura del temor no debe ser confundida con otra exteriormente semejante pero psicológicamente muy distinta: la literatura del mero temor físico… El verdadero relato extraño tiene algo más que un crimen secreto...

-La atmósfera es la cosa medular, porque el criterio final de autenticidad no es el ensamblaje de la trama sino la creación de una determinada sensación.

 

            Elton Honores ha recogido estos planteamientos en su libro, para mejor distinguir los rasgos diferenciales que caracterizan a la literatura de terror específicamente peruana. De esta forma, mientras que con acertado criterio considera que “el terror sirve… para el mero entretenimiento” en otras literaturas, “en el Perú los tópicos del terror reparan en una memoria social que se activa a través de estos relatos, además de ser vehículos de la ideología de un grupo social, por lo tanto están exentos de la evasión y por el contrario, vuelven la mirada sobre nuestra realidad”. Pero el autor se apresura en precisarnos que “…esta tesis delimita su objeto de estudio exclusivamente al terror fantástico… es decir, a aquel terror provocado por un agente sobrenatural…” (p.12), convirtiéndose así en tributario de las teorías de Lovecraft.

           

Otra fuente principal de consulta y referencia para Elton Honores es nada menos que el popular autor de best-sellers Stephen King, cuyo libro intitulado Danse macabre –título original en francés aun en su versión inglesa reúne un conjunto de ensayos sobre las expresiones del terror en diversos géneros populares incluyendo, por cierto, el literario.   

           

            Es indudable, sin embargo, que el aspecto sobresaliente del libro de Honores, es decir, su mayor contribución a los estudios literarios peruanos sobre el terror, lo constituyen sus aportes a lo que él denomina en el Capítulo I, “El terror en el Perú oficial”, así como todos aquellos acápites que le siguen: “El miedo en el mundo prehispánico y colonial”; “El miedo en los siglos XIX y XX”; y “Seres del mundo andino”. Se trata de sólidas reflexiones sobre estos antecedentes de las manifestaciones del terror en la literatura peruana. Seguidamente, el autor aborda en el capítulo II lo que denomina: “Formas temáticas locales del imaginario popular”, parte igualmente medular del texto. Este es precisamente el segundo sendero ya mencionado, que se constituye en un aporte realmente fundacional, como lo he llamado, a los estudios de los linderos marginales en la literatura peruana. En este capítulo de su libro, Elton Honores analiza pormenorizadamente a 16 autores peruanos de terror pertenecientes a los siglos XIX y XX, varios de ellos olvidados y hasta desconocidos no sólo por el público lector sino por la propia crítica literaria de antaño y del presente. Con encomiable alarde de sus amplios conocimientos de los métodos de interpretación de textos, Honores desmenuza 17 relatos publicados entre 1864 según el autor, “…el siglo XIX [es] en donde podemos ubicar las primeras narraciones fantásticas y de terror” peruanas (p.46)-- y el año 2007, es decir, durante prácticamente 150 años de tradición literaria.

 

            La civilización del horror – El relato de terror en el Perú es un libro inaugural dentro de los estudios literarios peruanos, en cuanto que descubre y analiza --probablemente por primera vez con semejante rigor que ni algunos descuidos gráficos, como en la numeración de las páginas, pueden desmerecer-- los rasgos esenciales de la literatura de terror en nuestro país, al tiempo que compendia a un grupo numeroso de cultores de esta modalidad narrativa que, a lo largo de la historia de nuestros letras, ha sido una expresión marginal raras veces tomada en cuenta por los académicos y estudiosos de nuestra literatura. Por esto es que Honores tiene la suficiente solvencia crítica como para afirmar categóricamente que: “La reflexión sobre las ficciones de terror fantástico en el Perú ha sido nula” (p.44). Ya lo observaba Birger Angvik, uno de los más reconocidos conocedores escandinavos de las literaturas latinoamericanas, tal como se nos recuerda en este libro. Según Angvik, la crítica literaria en el Perú “…tiende a trabajar de manera… muchas veces dogmática… a autores y obras que no corresponden con… las exigencias de la lectura realista…” (p.45) lo que, de paso, explica mejor la observación que formula Honores en la Introducción a su libro: “Luego del trabajo de Harry Belevan en Antología del cuento fantástico peruano de 1977, existió un vacío de más de tres décadas hacia esta literatura” (p.11); confieso que nunca antes había reparado en esto pero ahora que lo descubro no deja de asombrarme, por tratarse de una negligencia imperdonable en los estudios literarios nacionales.

 

            Con este libro verdaderamente precursor, Elton Honores nos ha introducido a un segmento de nuestra literatura que, legos y especialistas por igual, hemos ignorado por demasiado tiempo: el relato de terror. El estudio de esta corriente literaria origina un interés legitimador que, a partir de este texto, no podrá seguir soslayándose. Por eso, y para que no se desdiga de su constatación del inexplicable lapso de tiempo transcurrido entre la publicación de mi antología, en la década de los setenta del siglo pasado, y los inicios de la segunda década de este nuevo siglo XXI, cuando Honores y otros autores reinician un interés sistemático por esas expresiones consideradas erróneamente accesorias de nuestra literatura; exhorto al autor a que establezca una antología del relato peruano de terror con los cuentos de los numerosos escritores que ha analizado en La civilización del horror y aquellos de autores aún más noveles, que los hay, destinada a un público lector cada vez más receptor de esta modalidad literaria debido en gran parte al trabajo pionero, en la ficción como en el ensayo, de autores como el propio Elton Honores.