lunes, 7 de julio de 2014

Leonardo Cárdenas Luque. Reunión de muertos. Lima: Agalma, 2013. 53 pp.






Leonardo Cárdenas Luque. Reunión de muertos. Lima: Agalma, 2013. 53 pp.


Obra maestra ****
Muy buena ***
Buena**
Regular *

No es extraño que Leonardo Cárdenas Luque (Lima, 1988) guste de los juegos de rol o la música pop (en este caso, los Smiths e incluso el metal progresivo de Porcupine Tree), pues ambos son signos de su escritura: la imaginación de asumir distintas identidades y letras que hablan de la soledad en el mundo hipertecnologizado, de quienes se asoman a fisgonear perfiles de facebook, a quienes aman en silencio, paradójicamente cuando todo está al alcance de la mano para comunicarse mejor y efectivamente. Pero así como en la cultura literaria nada se crea ex nihilo, el autor retoma ciertas poéticas previas, por momentos romántica, por momentos existencialista, y por momentos fantástica. Lo mejor de sus textos son esas atmósferas melancólicas que construye el autor, así el relato no avance en acciones, el autor representa un mundo perdido y nostálgico al que se quiere volver. Si como señala Andrés Caicedo, “La nostalgia es el miedo a crecer”, ello explicaría la construcción de personajes juveniles que se debaten entre la búsqueda de afecto (“La barrera”) o amores imaginarios mientras se viaja en autobús (“Cosas que pasan…”). Pero a ello se agrega el registro moderno: la crítica del narrador al boom gastronómico, pues el primer relato hiperbreve refiere la miseria de sobrevivir día a día (“La batalla”) y la crítica metafórica al propio crítico literario que busca algo que no existe en el texto (así como se busca inútilmente los huesos de César Vallejo en el cuento "Una zanja tan honda", cuando todo es ceniza). Hay cierto nivel de ambigüedad en “La barrera” pues en el final se deja abierta la posibilidad de tratarse de una invención o fantasía o de si la fantasía del personaje se ha hecho efectiva y se tiene el poder para controlar las acciones de los otros en el mundo y todo ocurre (en apariencia) como uno lo desea (véase la genial La ardilla roja de Medem o incluso Abre los ojos de Amenábar). Se trata de una opera prima mucho más que interesante, cuentos de atmósferas en donde la subjetividad es fundamental para la construcción de ese mundo en cenizas.

Elton Honores

Universidad Nacional Mayor de San Marcos